domingo, 7 de febrero de 2016

Los niños: dolorosas víctimas de las trampas mortales en las calles



 


La Policía confirmó que Juan Sebastián Rojas cayó en una alcantarilla destapada.

La trágica noticia de la caída del pequeño Juan Sebastián Fuentes en una alcantarilla, revelada este domingo por la Policía Nacional, revivió un debate viejo pero sn solución ¿Qué hacer para desestimular el robo de las tapas de estos conductos y evitar que sigan siendo trampas mortales para los niños?

Además de Juan Sebastián, hay que recordar dos casos recientes de muertes de niños en circunstancias similares. En 2013, Michel Dayana Barrera, de dos años de edad, cayó en una alcantarilla destapada en la avenida Jiménez con calle novena, en el centro de Bogotá.


La pequeña se apartó del lado de su mamá, Briggit Ramírez, de 20 años, que estaba haciendo unas compras y corrió hacia la calle y no vio la trampa mortal que la esperaba. “Estaba observando una joya cuando el niño con el que estaba empezó decirle:

‘¡Mi manita, mi manita se cayó en un hueco!’ Entonces la muchacha se angustió y salió corriendo”, recordó Karen Cervantes, la vendedora que atendió a la joven. No valieron esfuerzos de policías y bomberos

La mamá, desesperada, se arrojó también a la alcantarilla en busca de su hija, pero fue imposibler alcanzarla ante la fuerte corriente de agua fétida. “Yo te seguí, te lo juro, pero no te encontré bebé, no te encontré...”, dijo en medio de la tristeza Brigitte en el funeral de la niña.

Poco más de dos meses después de esta tragedia que conmovió a Bogotá, cuando se presentó otro drama. La pequeña Anyelen Galindo, de 4 años, cayó en una alcantarilla destapada que desemboca en el caño Yomasa, en el barrio Chicó Sur (Usme) de Bogotá.

La búsqueda de Anyelen duró unas 18 horas e incluyó buzos profesionales de Bomberos de Bogotá y una cámara robot de la Empresa de Acueducto.

Cada vez que se roban una tapa de alcantarilla en Bogotá, al Acueducto le cuesta 300.000 pesos reponerla. La empresa no alcanza a hacer el inventario de cuántas se roban al año, pero en el 2014 instaló 1.132, en todos los casos, para reponer las que habían sido hurtadas.

Como las tapas se las roban para reciclar el metal, la empresa ha acudido a usar modelos de concreto y reciclables, pero ni así se puede contrarrestar el hurto de estos artefactos. Es un delito, pero hasta hoy no se conoce ninguna condena por el tema, y las siguen robando.

Fuente: El Tiempo

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